Llevo el activismo marcado desde que era una adolescente vivaz y soñadora. No por nada siempre me vi abogando y defendiendo a personas que de pronto no tenían una voz o no sabían cómo defenderse. Ahora como mujer madura que soy y que vive con una discapacidad, me encontré que había mucho trabajo que hacer dentro de la comunidad en la que vivo. Por lo tanto, luchar por los derechos civiles, la accesibilidad y defender lo que nos pertenece, se ha convertido en mi pasión desde hace 5 años. He aprendido que la sinergia que produce 2, 5 o 10 personas luchando por un mismo fin es sumamente gratificante al final del día cuando se ven los cambios tanto en la legislación como en la actitud de los seres humanos. El compromiso que tengo con mi comunidad, visibilizado a través de marchas y protestas para crear conciencia es sencillamente maravilloso. En ese sentido, no hay palabra capaz de describir lo que podemos lograr cuando nos ayudamos unos a otros a crea una energía positiva tendiente a eliminar las injusticias y discriminación que se ciernen sobre nuestra comunidad.
Soy consciente de las difíciles condiciones psico-sociales que deben enfrentar las personas con movilidad reducida y por eso en los últimos cinco años me he dedicado enteramente a fungir como activista infatigable en pro de los derechos de las personas con alguna discapacidad o movilidad reducida en la ciudad de N.Y. Actualmente participo en varias organizaciones y grupos de activistas desde donde lucho para que sus derechos sean respetados y no se les niegue lo que les nos corresponde como personas y ciudadanos. Mis esfuerzos están enfocados en lograr cambios significativos en la legislación estatal y en empoderar a quienes tienen algún grado de discapacidad. Con ese fin, mantengo contacto permanente con representantes políticos para que entiendan las necesidades de nuestra comunidad y también organizo grupos de personas con discapacidad para llevarlos a Albany a abogar por ellos ante los organismos estatales.
«Aunque los horizontes de vida parecían cerrarse por todos los costados, Yesenia no se dejó vencer por la realidad y asumió su vida como un nuevo renacer.»